sábado, 10 de setembro de 2005


Reflexión sobre el 'Katrina' [Mário Soares]

" (...) Sin embargo, una vez pasado el primer efecto del horror, de compasión por las personas desamparadas y de solidaridad, se impone una reflexión serena y objetiva sobre las causas de la catástrofe natural, sobre la evaluación de los estragos causados, que nos lleve a preguntarnos si podían haberse evitado o, cuando menos, reducido.

Lo cierto es que la catástrofe natural estaba anunciada y estaba prevista, acaso a tiempo de evitar muchas de sus peores consecuencias. Pero las medidas necesarias -sobre todo la evacuación de la población más necesitada- no se tomaron a tiempo e, incomprensiblemente, los auxilios más elementales no llegaron hasta seis días después. El propio presidente Bush reconoció este inaceptable fallo con impotencia y consternación. A la desgracia siguieron el pillaje, el aislamiento y el caos.

Los ecologistas ya se han pronunciado. Y el balance es arrasador para la Administración Bush. Con la naturaleza no se juega. Cuando en 1992 se definió en la conferencia de Río el concepto de desarrollo sostenido, se entendió que para sostener el crecimiento económico no se pueden obviar las cuestiones ambientales, ni mucho menos los equilibrios ecológicos fundamentales. El sistema neoliberal no lo entiende así: el valor supremo es el lucro por el lucro - la obtención de dinero fácil, incluso obtenido por medios especulativos -, y la calidad de vida de las personas, sobre todo de las necesitadas, no cuenta en absoluto.

Más de una década después de la conferencia de Río, EE.UU. sigue sin ratificar la convención de Kioto. El agujero de ozono no es una ficción de un científico loco: el calentamiento de la Tierra sigue evolucionando y provocando alteraciones climáticas que están a la vista en todas partes. Ya se sabe: "Quien siembra vientos recoge tempestades"... Por otra parte, la actual política de Estado, propia del neoliberalismo, ya viene de Reagan. Las infraestructuras públicas están dejadas de la mano de Dios, no ha habido dinero para reforzar los diques, aun cuando existía el peligro de que se vinieran abajo, como había sucedido en alguna ocasión. La población más pobre está abandonada a su suerte - como en los países del llamado Tercer Mundo - porque los ricos siempre disponen de medios para huir de las amenazas.

Las imágenes transmitidas a todo el mundo son de una crueldad atroz. Duele verlas. Es imposible no pensar en la dimensión social y racial de la tragedia, como es imposible no pensar en la dimensión política. EE.UU. es un país profundamente dividido, con guetos de miseria y de pobreza comparables con los peores del Tercer Mundo. ¿Siempre ha sido así? Tal vez. Pero los dos mandatos del presidente Bush, tan infelices tanto en el orden interno como en el externo, han contribuido mucho a agravar su situación, y de manera peligrosa. Los amigos sinceros de EE.UU. como yo tienen el deber de decirlo bien alto para que la opinión ilustrada norteamericana les oiga y tenga el valor de cambiar el rumbo que se ha seguido hasta ahora. (...) [continua, ler mais aqui]

[Mário Soares, 08/09/2005, in La Vanguardia]